Abr 17, 2018

Carlos Jean

Carlos Jean | Músico y productor. Participará el 21 de abril en el foro Innova de EL CORREO para analizar cómo se aplica la tecnología en un sector musical «acomodado»

DJ, compositor, productor y emprendedor, Carlos Jean es una de las figuras del panorama musical nacional que personifica la palabra innovación en un sector que, con la llegada de internet, la tecnología y las redes sociales está sumido en constantes e importantes cambios de concepto tanto a la hora de crear como de consumir música. Su ‘Plan B’, una estrategia de comunicación creada junto a Ballantines en 2011, supuso un punto de inflexión.

Aunando música, tecnología, publicidad y marketing consiguió que decenas de personas que ni siquiera se conocían entre sí crearan una canción (‘Lead the way’) que llegó a ser uno de los éxitos del año. Ahora, además de en su carrera musical en solitario y junto a Najwa Nimri, está inmerso en diversos proyectos que buscan convertir la música en un vehículo a través del que las marcas lleguen de forma más directa y emocional a sus clientes. De creatividad y de la capacidad de ésta para abrir nuevos caminos hablará el próximo sábado a las 16.00 horas en el Museo Guggenheim en el marco del foro Innova organizado por EL CORREO.

Innova pone el foco en la innovación empresarial y en emprendimiento. Con su curriculum y los proyectos en los que está actualmente inmerso, personifica la esencia de este congreso. ¿Por qué y cuándo nace esta faceta innovadora?

– Realmente es fruto de la necesidad. Vivimos en un mundo cambiante y el sector musical no hizo lo suficiente en su momento. El golpe de la piratería fue un antes y un después, un momento en el que algunos a quienes nos gusta la música y nos dedicamos a ella decidimos que había que inventar nuevos modelos de negocio. La gente tiene ahora mucha más música en sus bolsillos y consume más. Indiscutiblemente, es un medio de comunicación y un vehículo con el que puedes conectar marcas, personas, contenidos… Estamos en un comienzo y hay que seguir trabajando en ello.

Y sin embargo, no es una característica muy habitual en quienes se dedican a la música, al menos en la industria nacional.

– Innovar debe ser innato a un músico. Me refiero a músico y no a artista porque no me gusta hablar de arte, que creo que es una palabra que, de alguna manera, aporta un estatus superior en el que no puedes colocarte con facilidad. Al arte y la cultura se dedica muchísima gente y para entrar en ese olimpo de ser artista debe ser el público el que te ponga ahí. Lo que sí creo es que una persona que se dedica a trabajar en música o en cualquier modo de entretenimiento y comunicación debe tener un punto de búsqueda y cambio. Al final, al hacer una canción es importante darle la vuelta y no repetir siempre lo mismo. Es una de esas actividades de la vida que necesita ir siempre un paso más allá porque, de lo contrario, se pierde la esencia de música. Cada canción, cada manera de comunicar, de mezclar instrumentos… es importante. Y en el extranjero se hace mucho más que aquí.

¿Deberían ser los artistas más emprendedores y multidisciplinares?

– No creo que deban serlo, pero sí que la industria, las nuevas empresas e, incluso, gestoras como la SGAE o la AIE (la Sociedad de Artistas Intérpretes) deberían luchar por buscar una educación dentro de los artistas y creadores. Que la palabra crear vaya impresa en la persona, en su ADN. Crear es hacer cosas nuevas, y es un poco chocante que en un escenario en el que esa palabra es lo más importante, la propia actividad en sí no haga cosas nuevas. Crear es innovar y cuando se habla de ‘disco nuevo’ nos deberíamos referir a haber hecho algo diferente y más avanzado a lo anterior porque si no, no creas estás tramitando.

Cultura del single

¿Cómo ha cambiado esta era digital el modo en la que se hace música?

– Hay dos partes muy importantes, una es el modo en el que se hace música y otra es la forma en que se consume. A la hora de hacer música debemos intentar utilizar la herramienta. La creatividad está dentro del alma y del corazón de quien crea, pero luego están las herramientas que se utilizan y, en este sentido, el ordenador es una gran ayuda no un enemigo. Siempre digo que si Mozart o Beethoven hubieran tenido un ordenador para ayudar a vomitar todas esas ideas habría sido maravilloso. Y otra cosa es la manera en la que la gente consume la música. ¡Hay chavales de 13 años que no saben que un disco es redondo! Tienen una concepción de la música muy, muy lejana a la nuestra que no está relacionada con algo redondo. Por desgracia y aunque no hay por qué extinguirlo, el disco como tal está desapareciendo porque no es el modo de consumo musical habitual hoy en día, ya que ahora se realiza a través de plataformas digitales en las que prima la cultura del single, las canciones se comparten, donde a la gente le gusta ser prescriptora, en las que te identifican por el tipo de música que escuchas y donde el eclecticismo tiene muchísima más potencia que antes. Ahora bien, a mí me encanta hacer discos y construir canciones que van comunicadas entre sí. Es maravilloso pero es algo más fetichista.

Ejemplo de todas esas oportunidades que ofrece la tecnología son algunos de sus proyectos…

– Ahora mismo estoy en Ogivly, la agencia de publicidad del grupo WPP, donde ha habido una apuesta muy fuerte por buscar en modelos de negocio como los que yo he estado intentando desarrollar con ‘El Plan B’, por ejemplo, y la verdad es que está funcionando muy bien y está teniendo mucha acogida en el mundo de la publicidad. Estamos empezando a lanzar cosas muy interesantes dentro de la música y la publicidad y me siento muy cómodo. Evidentemente, sigo haciendo mis proyectos musicales y continúo con mis singles que, por otra parte, saldrán este verano y van a hacer muchísimo ruido, aunque no puedo decir por qué. (Risas).

¿Está el sector aprovechando estas nuevas oportunidades?

– Creo que el sector musical se opone un poco más, aunque ahora no le queda más remedio que estar inmerso. Tengo la sensación de que antes se vivía mejor en la industria de la música, lo que pasa que ahora otros viven mejor del mundo de la música. El sector se ha acomodado y se ha perdido un poco el negocio. El ejemplo más claro es cómo las cuatro discográficas más grandes no se pusieron de acuerdo en cómo vender las canciones por internet y llegó una marca de teléfonos como Apple y, para dar servicio a un aparato que sacaron, crearon la tienda de música online más grande del mundo.

¿Cómo ve el futuro de la industria?

– El futuro siempre intento plantearlo como lo hacía un exsocio mío, que decía que había que estar en el taco de salida, pero sin saber nunca hacia dónde irá la carrera, por lo que hay que estar siempre abierto a lo que pueda pasar. Sinceramente, no sé qué va a ocurrir con la música. Lo que sí sé es que yo voy a seguir siempre haciendo música.